He dado clases particulares a niños y a mis compañeros de clase desde que tengo uso de razón. Cada vez que aprendíamos algo en clase, siempre había varios niños que se acercaban a mí y me pedían que les explicara, en términos más sencillos, lo que nos habían enseñado. Descubrí que tenía esa pasión. De ayudar a las personas a comprender mejor sus estudios. Entonces comencé a hacerlo en casa. Ofrezco clases nocturnas a mis compañeros y, a cambio, sus padres me pagan una pequeña cantidad. Esto continuó cuando terminé la secundaria. Enseñando a un grupo de hasta 25 estudiantes, especialmente aquellos que están por enfrentar exámenes nacionales. Me produjo una inmensa alegría cuando los estudiantes a los que había enseñado aprobaron. Es un logro que trajo una inmensa calidez a mi corazón. Entonces, espero poder darle clases particulares a sus hijos. Para ayudarlos a aprender mejor.