A lo largo de todo el proceso he aprendido cómo adaptarme, cómo gestionar y cómo permanecer bajo presión y asumí toda la responsabilidad y he aprendido que ser cuidador* es un viaje gratificante y me encanta ser útil. Y aprecio más la vida. Me convertí en cuidadora porque sentía que era mi deber cuidar y cuidar de las personas mayores y de mis seres queridos. Me hace sentir apreciado y agradecido por estar cuidando a mis seres queridos. Me enseñó a ser independiente y fuerte y a cuidar de ambos durante toda la vida sin tener que llamar a los profesionales. He aprendido a ser paciente y escuchar y ser solidario, también profesional y responsable para cumplir con mi deber y cuidar de ambos. Buenas habilidades interpersonales y de comunicación son esenciales para trabajar en el sector asistencial. Además, poder escuchar y comprender le permite ser un cuidador eficiente. Es un deber diario cuidarlos y estoy acostumbrada a ellos porque tengo mis rutinas y eso lo ha hecho mucho más fácil y sencillo. Es muy trabajador ser cuidador.